(Artículo creado para la revista Colombia Cooperativa: Del Storytelling al Storydoing)
Todos contamos historias. Es parte de lo que somos. Desde pequeños, cuando aprendemos a leer y escribir, estamos inmersos en distintos tipos de historias.
Cuando pensamos en marcas, empresas o negocios, emprendimientos y marca personal, sucede algo similar.
Pensamos desde el comienzo en la historia que queremos que nuestros posibles clientes o nuestra audiencia va a conocer sobre lo que ofrecemos. A esto se le llama en marketing “storytelling”, que permite transmitir los valores y fundamentos de la marca buscando generar emociones en los consumidores, para establecer un vínculo fuerte.
Creando esta conexión con los usuarios, logramos motivarlos al proceso transaccional final, ya sea la adquisición de un producto o servicio, o simplemente mejorar las métricas que tengamos determinadas para nuestro proyecto (engagement, reproducciones de video, alcance, etc).
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Sin embargo, a medida que avanzan las relaciones digitales, en las que los usuarios demandan contenido de interés para su consumo, y en el que se democratiza la participación de las marcas (cualquiera puede tener una cuenta en redes sociales y casi cualquiera puede tener un sitio web), se hace necesario destacar con algo que vaya más allá del discurso. En términos coloquiales, podríamos hablar de “pasar del dicho al hecho”, que es lo que viene siendo la tendencia del “storydoing”, una evolución de lo primero pero generando experiencias que, al final, logran un vínculo emocional más fuerte y duradero.
El “storydoing” involucra un envolvimiento de la experiencia de la marca con el usuario, en el que se le permite participar de manera activa con la historia que se le ha contado. También requiere acciones de parte de la audiencia, con un propósito específico determinado por la marca.
Ambas tendencias no están alejadas una de la otra, ni son contrapartes. Se complementan. Se debería desarrollar un discurso (historia) con algunas acciones que complementen la experiencia de los usuarios.
Estas son algunas preguntas que pueden ayudar a comenzar en este proceso para cualquier empresa, emprendimiento o marca personal:
¿A quién le contaremos la historia?
¿Por qué querrían escucharnos y participar?
¿Cómo renovamos esa historia para mantener la atención?
¿Qué tan dispuestos estamos a adaptarnos a los cambios de la audiencia?
¿Qué experiencia tiene la audiencia con nuestra primera historia?
¿Qué mensaje queremos que quede en la mente del consumidor?
Para comenzar, sólo hay que comenzar. Probar, testear, cambiar y seguir adelante. Es el mejor camino para lograr una diferenciación frente a la competencia y frente a la misma audiencia en este entorno sobresaturado de información.
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